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domingo, 22 de septiembre de 2013

10°- UNA FLOR ROJA...

        Después de meses de trabajo..., de armar de a poco los "Blogs Hermanos", completándolos con la afluencia de 'transmisiones', he sentido que se ha acabado... Al menos, una etapa se acabó... Lo que será en el futuro..., no lo sé...
        Los "Blogs Hermanos", que terminaron siendo 9, fueron surgiendo uno a uno, en el fluir del día a día, momento a momento. Todo comenzó con un sentir en el corazón, en el pecho... Todo confluye ahora en este instante... Siento que un manantial de 'algo interno' fue establecido. Me siento honrado por haber formado parte de esto...

        He sentido "sellar" algunos de los Blogs Hermanos con música, por que siento que lo más importante está más allá de las palabras..., y la música es tal vez un lenguaje más universal y cercano al corazón, (cuando se trata de música verdaderamente 'inspirada'..., claro está...)
        En este Blog, sobre Meditación, el 'sello' será una narración inspirada y escrita por el mismo Krishnamurti, en su: "DIARIO 1".



 


           “Hay una flor roja que se destaca entre el follaje de color verde oscuro, y uno sólo ve eso desde la galería. Están los cerros, la roja arena de los lechos secos, la enorme higuera de Bengala y los numerosos tamarindos, pero uno solo ve esa flor; es tan vistosa, tan plena de color, que no existe otro color; los retazos de cielo azul, las nubes ardiendo en luz, los cerros violeta, el rico verde de los campos de arroz, todo se desvanece y sólo queda el asombroso color de esa flor. Llena todo el cielo y el valle; pronto habrá de marchitarse y desaparecer; se acabará mientras que los cerros perdurarán… Pero en la mañana ella era la eternidad; más allá del tiempo y del pensamiento; contenía en sí todo el amor y la felicidad; no había en ello sentimentalismo ni romanticismo absurdo, ni era un símbolo de alguna otra cosa. La flor estaba ella misma destinada a morir en el atardecer, pero contenía toda la vida. No era algo sobre lo cual pudiera razonarse ni era tampoco algo irracional, alguna fantasía romántica; era tan real como aquellos cerros y aquellas voces… llamándose las unas a las otras. Era la completa meditación de la vida, y la ilusión solo existe cuando cesa el impacto del hecho. Esa nube tan llena de luz es una realidad cuya belleza no hace poderoso impacto sobre una mente que se ha embotado y se ha vuelto insensible por la influencia, el hábito y la interminable búsqueda de seguridad. La seguridad en la fama, en las relaciones, en el conocimiento, destruye la sensibilidad y allí se asienta el deterioro. Esa flor, aquellos cerros y el agitado mar azul son los retos de la vida, como si fueran bombas nucleares, y solo la mente sensible puede responder a esos retos de manera total; sólo una respuesta total no deja tras de sí las huellas del conflicto, y el conflicto indica una respuesta parcial.


            Los llamados santos y sannyasis han contribuido al embotamiento de la mente y a la destrucción de la sensibilidad. Todos los hábitos, la repetición, los rituales reforzados por las creencias y los dogmas, por las respuestas de los sentidos, pueden ser perfeccionados y lo son, pero la lúcida percepción alerta, la sensibilidad, es un asunto muy distinto. La sensibilidad es absolutamente esencial para mirar profundamente en lo interno; este movimiento de penetrar en lo interno no es una reacción (oposición) a lo externo; lo externo y lo interno son un solo movimiento, no están separados. La división de ese movimiento como ‘lo interno’ y ‘lo externo’ engendra insensibilidad. Penetrar en lo interno es el fluir natural de lo externo; el movimiento de lo interno tiene su propia acción que se expresa exteriormente, pero esa no es una reacción a lo externo. La lúcida percepción alerta de este movimiento es sensibilidad.”









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